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Meditación

¿Qué es el descubrimiento?

Una de las cosas que me han causado momentos de gran dicha en la vida. En lo que a mí respecta hay dos tipos de meditaciones: la meditación pasiva y la meditación activa.

Meditación pasiva se refiere a la estática, generalmente sentado. Bueno en mi caso trato de compaginar la observación de los pensamientos con la toma de consciencia de la respiración. Algunas veces cuesta más que otras. En mi caso por suerte, dado a que en una época que meditaba con frecuencia, quedó algo en mis profundidades, como una huella. Que me permite rápidamente penetrar en ese maravilloso estado, y profundizar lentamente.

Aunque mi superficie esté alterada encuentro un torrente de paz y dicha interna con el que generalmente puedo conectar sin demasiado esfuerzo. Me ayuda a conectar el generar una llama de conciencia en mi interior, en alguna parte de mi cuerpo, y luego desplazarla por toda mi anatomía interna, visualizando que llevo luz y conciencia a todo mi interior. El meditar, cuando me permito el tiempo, la disposición y el compromiso para hacerlo, me ayuda notoriamente en mi calidad de vida personal. Pero también en lo profesional. Ya que favorece el centrarme y poder así dar un masaje más consciente y ser un canal más puro de energía en las sesiones de Reiki. Hay muchos métodos de meditación, pero este es a grandes rasgos el que recomiendo y en ocasiones enseño a las personas que desean iniciarse en meditación. Que mayormente son personas que ya se han cansado de lo mundano y sin sentido de las cosas y que desean tomar contacto con la realidad o bien que necesitan reducir su stress y ansiedad y disminuir el ruido mental.

Resulta para muchos casi imposible visualizarse a sí mismos meditando. Y de hecho no es una tarea fácil. Pero cuando uno lo intenta algunas veces, hasta que consigue su primer vislumbre, y le tomas el gustito. No hay nada igual. Por lo general estamos acostumbrados al pensamiento constante. La mente no para. Salta del pasado al futuro continuamente: planifica, supone, advierte, juzga, critica, desea. Entonces cuando estamos calmados, atentos a los pensamientos, observándolos sin juzgarlos, siguiendo nuestra respiración, de repente ocurre. Somos conscientes de un espacio, de una brecha entre pensamientos.

Puede que solo sea de unos pocos segundos, pero así todo sentimos una sensación súper agradable. En ese momento nos sentimos livianos, vivos. Nos acabamos de librar por unos momentos de la carga de la mente, del pensamiento. Nos damos cuenta de algo. Comprendemos que esa sensación, que ese estado debería ser el habitual, y no al revés. O al menos deberíamos conectar con ese estado más seguido. Porque nos creemos que el estado de pensamiento constante o compulsivo es lo normal. Lo damos por hecho. Pero cuando experimentamos esto por primera vez, y sabemos que somos capaces de “apagar” aunque sea por unos momentos el ruido. Ya no nos sentimos dominados por la mente.
Solo necesitamos un poco de disciplina para practicarlo más seguido y así tener mejores experiencias. Más largas, más profundas. Y los resultados que obtendremos serán proporcionalmente buenos y duraderos.

Yo creo que todas las personas tenemos la obligación de en algún momento de nuestras vidas pasar por esta etapa de la introspección y la meditación. Para saber que podemos y deberíamos ser nosotros los que controlamos a la mente y no ella a nosotros. Ya que con la mente en calma todo, todo es diferente.

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